Doy infinitas gracias al cielo con toda mi alma y todo mi corazón y a la Santísima Virgencita de Guadalupe por el favor recibido que la madrugada del 29 de abril de 1989 no muriera a manos de los asaltantes y asesinos que mataron a mi esposa, mi suegra, mi hijo Leoncio que nos quizo defender, mi pequeña hijita Edith de tres meses que no les hacía nada y estaba en su cuna y mi perro Federico que ni tan siquiera alcanzó a ladrar.
Higinio Della Chi